Mantener el equilibrio entre educar, proteger, dar cariño y, al mismo tiempo favorecer en nuestros hijos actitudes y conductas sanas y aceptables a veces resulta un poco complicado.
Ante la aparcición de problemas como el fracaso escolar, desmotivación ante los estudios, agresividad, o timidez excesiva, las familias pueden requerir nuestro asesoramiento para obtener una visión más profesional y objetiva de las causas, sin que por ello peligre su papel fundamental como educadores y padres. Otros menores arrastran problemas como hiperactividad, falta de atención, celos, temores, pesadillas, problemas de alimentación, dificultades para relacionarse, consumo de alcohol y drogas…